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domingo, 4 de octubre de 2009

Fiesta. (I)

Las fiestas de La Ciudad empezaron en el momento en el que me encontré con Señor T por la calle, a la salida del instituto. Quedamos para por la tarde, pues debíamos de comprar un regalo a Erre por su cumpleaños.

La noche se presentaba bien, empezaríamos bebiendo la mejor cerveza que existe en un antro bastante acogedor. Y a partir de ahí, nos dejaríamos llevar.

Hacia el lugar en el que beberíamos, Erre y Señor T la liaron como bien dice la palabra, en el autobús. Erre contó sus problemas con la gripe A, alarmando a todo el mundo. Señor T por su parte, miraba de manera extraña a los demás viajantes, asustándolos.

Todo transcurría en una atmósfera cálida. Nos sentíamos queridos por lo demás bebedores de aquella cervecería y la cerveza se deslizaba por nuestra garganta con suma facilidad, sin impedimentos.

Tras la llegada de Jota, le dimos el regalo a Erre. Una preciosa y sublime muñeca hinchable llamada Lily. Con las órbitas en blanco, Erre hizo gala de toda su capacidad pulmonar llenando de aire a nuestra nueva compañera. Seguidamente, como si de un psicópata-violador se tratara, la tiró al suelo para penetrarla hasta lo más hondo de su ser.

Las comisuras de los labios ya nos dolían de tanto reírnos, y la noche no había ni empezado.

Poco después tuve un altercado con Lily. Le explicaba en una terraza del bar de al lado que le había enviado más de diez mensajes, y que sin embargo, ella había pasado de mí. Fue mi momento lánguido del día.

Todos íbamos bastante tocados de alcohol, perfectos para marcharnos a la otra punta de La Ciudad para hacer botellón con unos amigos.

Esperando al autobús de nuevo, Erre y Señor T protagonizaron una de las escenas más eróticas de la noche. En el césped de una redonda se demostraron su amor de una manera bastante "heavy".
Acabando la ronda de High5, Señor T se dio cuenta de que se le había caído dinero en la hierba. Volvió a por él y gracias a unos caracoles que le guiaron, encontró las monedas que le faltaban.
"Los caracoles del Dinero". En deuda con ellos, Señor T se metió en el bolsillo a los dos más valientes, invitándoles a pasar la noche con nosotros.

Debido a la tardanza del autocar, hicimos la larga ruta andando. El camino se hizo corto debido a que los efectos del alcohol nos hacían protagonizar escenas bastante cómicas.

Nuestra entrada al parque, lugar elegido para el botellón, fue colosal. Abarrotado de gente, penetramos en él portando a Lily sobre nuestros hombros ante la atónita mirada de los demás.

Ya en el parque, Señor T y Erre agradecieron a los Caracoles del Dinero su compañía, lamiéndolos como si de un helado se trataran. Los animales, con los cuernos empalmados, parecían excitados.

Y seguimos bebiendo. Y hablando. Y riendo. WkW estaba de fiesta. Pero era miércoles. Y todos sabéis ya que WkW es WkW los viernes.

Con lo cual, lo mejor estaba por llegar.


Capítulo 1.
Memorias de WeekendWars

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