Etiquetas

Neil (108) Señor T (60) WeekendWars (37)

jueves, 21 de julio de 2011

En definitiva.

Poco a poco mis peores temores comienzan a confirmarse. Todo lo que podía salir mal, está saliendo mal. Cada miembro tiene un destino distinto. En unos meses, ninguno volverá a estar a poco más de cinco minutos de Banco. Y que nos reúnamos con facilidad resultará más difícil de lo que pensamos.

Las cosas cambian, y ya han cambiado. Esto se acaba. Nos hacemos mayores, dice uno voz desde lo más profundo de mi alma. Y nada volverá a ser igual. Aunque nos esforcemos, jamás volveremos a tener la misma sensación.

No sé qué va a suceder a partir de ahora. Pero nada parecido a lo que era hasta ahora.

Sólo nos queda una última opción de que la leyenda de lo que fuímos se mantenga intacta. Un miembro entra para ayudarnos. Un hermanos más.

Nos enfrentaremos a la última batalla. La más grande y dura de todas a las que nos hemos enfrentado.

Qué haremos. No lo sé. Nunca lo sabemos. Pero lo haremos. Debemos.

En fin, no es un gran día para el grupo.

martes, 19 de julio de 2011

Encargando una máscara más.

Aparentar ser quiénes no somos siempre es difícil. Buscamos aprender del resto de mortales que nos rodean. Sus gestos, sus miradas. Todo es importante para saber como debemos comportarnos. Para intentar pasar desapercibidos.

Mantenemos una vida normal. O eso intentamos.

Tenemos nuestro trabajo, nuestros estudios y algo de relación social. Nadie, a simple vista, podría pensar que nuestra verdadera vida queda ocultada tras una máscara sepulcral.

Nadie de los que nos rodean podrían llegar a creer que somos los que luego causarán el pánico cuando la oscuridad caiga sobre las últimas horas del día. Nadie, en su sano juicio, llegaría a vernos como una amenaza tras nuestra gran capacidad para ser encantadores con todo ser orgánico.

Y, a veces, ocurre.

No todo el mundo puede pertenecer a WeekendWars. Y quiénes lo intentaron, cayeron en el olvido.

Buscamos con fervor nuevos miembros capaces de magnificar nuestro legado más allás de las fronteras que existen para sólo cuatro personas. Pero es muy difícil. Todos son tan imperfectos, tan humanos.

Es fascinante como casi siempre, cuando buscas algo, lo tienes delante. Y no te enteras.

Entonces llega alguien. Interesante. Podría valer, pensamos.

Hago gala de mi don para psicoanalizar todas y cada una de sus microexpresiones, movimientos y actitudes. Es bueno, les digo a mis hermanos.

El interés crece.

El sujeto analizado causa sensación.

Pero debe haber algo. Algo lo suficiente importante como para confirmar si merece o no entrar en el grupo.

Y como he dicho antes, como si hubiera nacido para ésto, ocurre.

1021. Así se hace llamar.

No sabe quiénes somos en realidad. Conoce la parte que nosotros hemos querido que conozca. Pero aún así, ya se siente incondicional e irrevocablemente unido a nosotros.

Noche cualquiera. Parque cualquiera atestado de gente bebiendo.

Un veloz movimiento nos distrae. 1021, veloz, desaparece dejando el rastro del viento agitado a sus espaldas.

Súbitamente aparecen los Jinetes. Nada, estamos limpios. Porque 1021 ha querido. Sin su capacidad de detección, sin su velocidad y sin su rápida toma de decisiones, nos habríamos visto envueltos en una emboscada trágica. Difícil de de escapar de ella sin usar la aniquilación y el fuego. Suficiente para sacar a relucir nuestro verdadero yo, y para destapar el secreto. Todos sabrían quienes somos y yo ya no estaría aquí, escribiendo.

Mis hermanos y yo no nos dijimos nada. Pero lo pensábamos.

Algo va a cambiar, y entonces, ya ha cambiado.

Volveremos a ser cinco, pronto. Muy pronto.

lunes, 18 de julio de 2011

Volverá a sonreír

Hola, soy el Señor T. Como estáis acostumbrados, vengo aquí para hablar de algo. Y no se trata de alguna increíble aventura de WeekendWars, alguna gesta heroica por parte de alguno de los miembros o ni siquiera lo que parece que es la incorporación de un nuevo miembro.El tema de hoy trata un tema que, cuanto menos, es polémico. Y ojo que he dicho cuanto menos.

El gobierno de los populares gobierna ahora prácticamente todas las comunidades autónomas, incluida la mía. Ademas, después de 20 años de mandato socialista, se han impuesto su oposición para llevar la alcaldía de la ciudad. Pues últimamente llegaban a mis oídos rumores de que el alcalde quería construir un campo de golf. A mi me parecía algo tan sumamente escandaloso que di por supuesto que eran rumores tontos, pero aun así, me informe. Así pues, mi fuente me lo confirmó, y no sólo eso, sino que quería hacerlo en una zona natural protegida, de alto valor biológico. Aun así, añadió que este proyecto debía ser aprobado por algún tipo de tribunal de la Generalitat. Mis alarmas se dispararon, pues no nos dirige otro que el corruptísimo PP valenciano y en su cabeza, el famoso F.Camps. Y ni siquiera así pensé que pudiese llevar a cabo tal proyecto.

Hoy mismo, unos informativos de la televisión informaban de la próxima construcción del campo de golf, y si, en zona protegida. Según ellos, está permitido mientras no se edifique. Simplemente magnífico. Hablaban de los miles de metros cuadrados que tendrá...los "supuestos" ingresos que generará...que si su fusión con el campo de tenis esto...que si desestacionalizará el turismo de playa.... en fin, gilipolleces.

Hoy ha llegado la hora. No permitiremos que tal atentado se lleve a cabo. El boicot, manipulación o la simple destrucción adquirirán un nuevo significado. Es hora de volver a sacar esas ya viejas máscaras que en su día nos dieron todo el poder que solo el miedo y el anonimato pueden llegar a otorgar. Es hora de sacarla de ese baúl cuya llave tiene forma de tridente, quitarle el polvo, y prepararnos para algo grande. Y así, tras un largo letargo, una faz de payaso volverá a sonreír cubriendo mi cara esperando, simplemente, que me deje llevar.

viernes, 15 de julio de 2011

Empiezo ahora.

Corría calle arriba, todavía se podía oler la fragancia en el aire, fragancia a sangre, sangre fresca. Estaba solo en la ciudad, solo yo y el retumbar de mis nerviosos pasos, necesitaba encontrarme con alguien, obsesionado lo estaba. No era la primera vez que había creído sentir a un rastro de vida en aquella encrucijada de la soledad y el fracaso, pero siempre resultaban ser malas jugadas de mi imaginación, quién actuaba a merced de mi inconsciencia.

Esta vez podía sentir el calor humano en el aire, algo inexplicable, nunca me había sentido algo así; de todos modos tenía miedo de que fuese otra aparición mental. Ya estaba llegando, gire la última esquina, las piernas parecieron dar la vida en aquel movimiento de tobillo. Me topé con niebla, y todavía más niebla, densa, pegajosa, insalubre, fría y húmeda, terrorífica, espantaba, los pelos no se me erizaron, sino q se encogieron, como queriendo desaparecer de aquel lugar.

Era una emboscada, una trampa, lo sabía aunque no podía ver absolutamente nada, ni siquiera mis manos una vez el brazo extendido. Me quedé paralizado, aturdido, era una estatua con sangre caliente, muy caliente. Podía volver por donde había venido, y desaparecer de allí; dar dos pasos atrás, salir de la niebla y empezar a correr hasta que mis piernas fraguasen. Vacile durante segundos, o tal vez siglos, solo tenía en la mente huir, como había hecho otras tantas ocasiones cuando me encontraba a los depredadores de la noche, fieles aliados de la frustración y la oscuridad. Perdonarme, no os los había mencionado, son aquellos que han creado este mundo, y ellos mismo son los que se encargan de destruirlo, no sé lo que son, ni lo que realmente andan buscando, pero recomiendo que no lo sepáis, no habléis de ellos, no intentéis comprenderlos, no os acerquéis a ellos, no los busquéis, tranquilos ya os encontraran.

Estaba a punto de dar media vuelta y correr, pero en el último suspiro, escuché los chasquidos de unos mecheros, dos al menos. Reaccioné rápidamente, entendí que no estaba solo, y si huía volvería a estarlo, por ello me encendí otro cigarro, o mejor dicho, cigarrillo; me oyeron encenderme el cigarrillo, y descubrieron mi presencia, yo sentí q me sentían. De manera automática, sin si quiera vernos, fuimos hacia delante, hacia el foco de la niebla, a luchar, a vencer a nuestros miedos.

Ahora ya no estaba solo.

- ¿Qué ha sido eso? - preguntó Jota, nervioso.

Un extraño sonido nos había puesto en alerta. Como algo que se rompe en mil pedazos tras chocar violentamente contra alguna superficie.

El silencio de la noche, más siniestro que de lo normal, había sido motivo de inquietud para el grupo horas antes, mientras disfrutábamos en Banco de la tranquilidad que tan difícil se nos hacía conseguir desde hacía semanas.

La espesura de la oscuridad se fusionaba como si fuera una única pieza con las miles de gotas de lluvia condensadas que componían el aire aquella noche. Incluso se podía sentir cierto rumor del viento que traía consigo una gélida brisa.

- Esto no me gusta nada. - su voz era afilada, como el sonido de un metal.

Súbitamente, un grito ahogado.

Silencio.

Y entonces, entre las calles de la ciudad, algo se movió lo suficiente como para llamar nuestra atención por completo. Pudimos vislumbrar con esfuerzo la figura de alguien que se ocultaba en las sombras corriendo. Huía.

A pocos metros de él, varias personas más.

Nos miramos. Y sólo nosotros, sin mediar una palabra, supimos que hacer.

Nos pusimos de pie con velocidad mientras Señor T comenzaba a sacar las máscaras.

- No quiero ningún tipo de distracción. Esta noche no. - susurró Señor T mientras se ajustaba tapaba el rostro.

- Han ido hacia el este, podemos atajar por calles secundarias. - añadió Erre.

- Son los Jinetes. Si no nos apresuramos acabarán por alcanzar al chico. - decía en forma de ordenanza Jota.

- Mal día para ir de caza. - esbocé media sonrisa.

Comenzamos a correr y a esquivar obstáculos. A pesar de la tensión, viejas sensaciones volvieron a recorrer nuestro cuerpo en forma de adrenalina.

Avanzábamos majestuosamente dejando atrás calles desiertas. Incansables.

- ¡Están a solo una calle! - informó Señor T, en cabeza del grupo.

- ¡Está bien! ¡Vamos! ¡Separáos! ¡Dos en el flanco izquierdo y dos en el flanco derecho! - ordenó Erre.

Continué siguiendo a Señor T mientras observaba como Erre y Jota se separaban hacia la derecha. La oscuridad no era problema para continuar con la imponente velocidad que nos habíamos impuesto.

Un nuevo movimiento, no muy lejos de donde nos encontrábamos, me distrajo.

- ¡Alto! - ordené.

Los cuatro se detuvieron, atónitos. Me miraron fugazmente para volver a mirar a su alrededor y asegurar la zona.

- El chico les ha confundido. Se encuentra en aquel callejón - Señalé a pocos metros de nosotros, hacia la opertura de una pequeña callejuela poco visible debido a la oscuridad y niebla.

- Vamos a por él, si lo encuentran esto habrá terminado .- no pude reconocer la voz, estába demasiado concentrado en avanzar lentamente, sin hacer ruido. Temía que se tratase de una trampa.

No se veía nada allí dentro. ¿Me habría equivocado? ¿Lo habría imaginado?

Un sonido familiar.

Una chispa.

Fuego.

La luz iluminó su rostro. Encapuchado con pose seria, angelical.

Se encendió un cigarrillo.

Señor T y yo nos dedicamos una mirada de complicidad e hicimos lo propio. Es extraño, pero volví a sentir otra vieja sensación. Miré con cautela su semblante. Nuestros ojos se encontraron y pude ver un atisbo de confianza en un guiño de ojos. Le devolví el gesto.

Pisadas.

Venían.

- Quédate atrás, déjanos a nosotros - le dije con un sonido gutural mientras me giraba hacia la entrada del callejón.

- Ni lo sueñes, somos cinco, estoy con vosotros. - sentenció, amenazador, desafiante.

Me mordí el labio para evitar una sonrisa.

Volví a girarme para analizar el rostro de Señor T sin llegar a hacerlo. Un olor desvió nuestra atención hacia el chico. Alcohol.

Encorvado hacia delante, totalmente de negro y con una sonrisa siniestra miraba hacia el frente. Encima de él, en el muro, unos números ardían con hervor.

1021













miércoles, 13 de julio de 2011

Una historia más.

Un día pasa que estás de pie en algún lado y te das cuenta de que no quieres ser ninguno de los que están a tu alrededor. No quieres ser ese puto pringado que por caer bien a todo el mundo se calla lo que piensa. Ni ese trajeado que pone una media sonrisa aparentando que todo está bien cuando realmente está harto de su vida. Te das cuenta de que no quieres ser ese infeliz que camina escuchando música con su iPod pensando que algún día será quién siempre ha soñado. Ni siquiera quieres ser tu padre, o tu hermano. No quieres ser nadie de tu familia. Ni siquiera quieres ser tú.

Sólo quieres salir corriendo. Salir a toda hostia del sitio en el que estás.

Y de repente ocurre. Algo se acciona. Y en ese momento sabes que las cosas van a cambiar. Ya han cambiado. Y que a partir de ahí, ya no volverán a ser lo mismo. Y cuando ocurre, lo sabes.

Todo se detiene, alguien llega y te dice que aflojes. Que bajes el ritmo, disminuyas la velocidad. Y comienzas a apreciar las pequeñas cosas, los pequeños detalles. Te das cuenta de que ese chico de allí iba a tu colegio. Que encima de la estantería hay un viejo cuadro de Elvis, y que la chica de allí enfrente no ha dejado de mirarte desde que has entrado. Pero, sobre todo, empiezas a desear que nada vuelva a acelerarse. Que todo transcurra lentamente. Que no acabe.

Los caminos se bifurcan, cada uno toma una dirección pensando que al final los caminos se volverán a unir. Desde tu camino ves a la otra persona cada vez más pequeña.

No pasa nada, dices, estamos hechos el uno para el otro. Y al final, sólo ocurre una cosa. Llega el puto invierno y no hay vuelta atrás. Lo sientes, y justo entonces intentas recordar en qué momento empezó todo, y descubres que todo empezó antes de lo que pensabas, mucho antes. Y es ahí, justo en ese momento cuando te das cuenta de que las cosas sólo ocurren una vez, y que por mucho que te esfuerces, ya nunca volverás a sentir lo mismo, a tener la misma sensación.

Pasa el tiempo y te arrepientes de no haber aprovechado hasta la última molécula de nitrógeno que envolvía la atmósfera de aquel momento. Y aquel rincón que una vez fue especial, ahora no es más que un puñado de recuerdos oxidados.

Si algo he aprendido hasta ahora, es que no hay que ser realista.

Neil

martes, 12 de julio de 2011

Un puto MP4 de malas noticias

Hola, soy el Señor T. Si, mi gran amigo Neil me compara con dicho aparato. Y es que menuda época. Llevo semanas pensando en actualizar, pero siempre decido dejarlo para cuando todo acabe. Pero es que esto parece ya una espiral prolongada al infinito de la que es imposible escapar. Y esto no acaba nunca.

Todo empieza desde mis resultados de las pruebas de acceso, decepcionantes por una parte, pero asombrosamente brillantes por otra. El caso es que con una media más que suficiente tuve clarísimo que podía alcanzar mis objetivos, con un gran margen de error. Pero las cosas se torcieron, siempre lo hacen. Sin sustento económico, mi meta se desvanecía justo antes de alcanzarla y tuve que remodelar mis planes, desde cero; cosa que como sabéis, es algo que odio profundamente. Así pues, recalcué mis posibilidades y las comparé con lo que ansío, para tratar de derivar una forma en enlazarlo. Después de días y días analizando, di con una solución imposible de poner en marcha hasta saber si me aceptaban allí donde quería ir. Confiado, me preinscribí en la universidad, dando por hecho que mi nota alcanzaba de sobra el mínimo. Ese mismo día, me demostré a mi mismo lo sublime que puedo llegar a ser, pues se la colé doblada al distrito de Andalucía. Aun así hasta días después dudaba de que funcionara así que entre esa preocupación y el accidente con el coche, acabe la jornada hundido. Todo esto sin mencionar la desastrosa situación familiar que es imposible. Aun así, aceptaron la solicitud, cosa que me alivió lo suficiente como para poder lidiar con lo que se avecinaba.

Una rotunda negación por parte de mi vieja para estudiar donde me había propuesto le daba la vuelta a la tortilla, otra vez. Y en medio de todo este caos académico y personal ( si lo contara todo, esto se alargaría demasiado) ha vuelto a aparecer en mi vida una persona que desapareció de ella hace mucho tiempo. Tras prácticamente haber superado su marcha, ahora vuelven temas que he tardado meses en sepultar. Aun así, tengo curiosidad de ver como sigue este asunto, pues empiezan a clarear lagunas importantes y quizás, todo esto incluso me tranquilice.

Para acabar, y como colofón final, mientras mantenía una importante conversación con la fémina que acabo de mencionar, recibí los resultados de las solicitudes de plazas. Ansioso, entré a la página web esperando encontrar la admisión en el doble grado que esperaba, pero no he encontrado más que basura. Y según me estoy enterando, con todo el mundo está siendo así. No hay plazas, o es que hay demasiados estudiantes, no sé. Lo que no entiendo es la moda borreguil de ahora de estudiar y ser universitario.

Así que nada, en mi mano ya no quedan cartas que jugar, todo esta sobre la mesa y de momento, parece que he hecho un all-in con una mano de mierda. Cosas del póker.