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Neil (108) Señor T (60) WeekendWars (37)

jueves, 22 de septiembre de 2011

Incertidumbre.

Y ahora me busco sin encontrarme. Me escucho sin entenderme. Respiro y me quedo sin aire. Camino y levito en este viento que no vuela, que no sueña.

El miedo se ríe.

Sólo es una etapa más que una parte de mí no quiere dejar escapar. Y sólo digo que no sé qué hacer. Y aunque a veces parezco el actor secundario de mi vida, sigo sintiendo. Sin querer sentir.

Estoy ante uno de los puzzles más raros que jamás he tenido que resolver. Nada encaja. Cada pieza es un nuevo puzzle con miles de piezas más. Ninguna quiere enterarse de que el juego hace tiempo que empezó. Unir una pieza sólo consigue sacar otra.

Empieza todo a confundirme. Me sorprendo con cristales en los ojos una noche, y me hace pensar lo importante que es para mí. Más de lo que estaba dispuesto a asumir. Más de lo que siempre he querido aceptar.

Y todos los principios serán eternamente bonitos. Una película de verdad, de las que te hacen imaginar que tal vez la felicidad no se vaya tan allá de nuestros ojos.

Un arma. La más importante. Tu ser. Lo concedes en un tarro vacío con la esperanza de llenarlo de un plural: nosotros. Y poco a poco, cada vez más, comienzas a tener la convicción de que alguna cosa habrá que dejar fuera. Cada rincón empieza a ser especial. Más especial que todo lo que hasta ahora eras capaz de imaginar.

Nace en ti un nuevo sentido, capaz de entender a esa pareja que se mira y sonríe, sin más. Cómo si de la ley de acción y reacción se tratara.

Y entonces. Algo ocurre. Un error.

Todo se rompe violentamente contra el suelo. Tus lágrimas y los cristales dibujan la palabra traición en el suelo.

Todo se termina y la sensación más terrible de todas las que el ser humano pueda imaginar te invade: el dolor.

Tu mirada se oxida. Y el miedo te encuentra. Te has equivocado...

Pero el destino es juguetón. Os volvéis a encontrar.

¿Qué puedes hacer? Toda tu razón saben que no debes caer. Todos tus allegados lo evitarán.

Y en el fondo más profundo de tu corazón, quieres caer. Porque lo que hay ahí nadie podrá cambiarlo.

¿Y ahora? Estoy rompiendo todas las reglas, iré al infierno de todos modos, así que he pensado hacerlo hasta el fondo.

Neil

jueves, 1 de septiembre de 2011

Nueva temporada.

Cabizbajo garabateo mi nombre en la tierra. Suspiro, miro al cielo, y vuelvo a bajar la cabeza. Cómo han cambiado las cosas en dos meses, pienso. ¿Y hasta qué punto pueden seguir cambiando? Sin pena ni gloria el verano se ha terminado prácticamente. Será fácil olvidarlo. Nada especial que comentar. Hasta el punto de que por un momento he llegado a pensar que mi vida, nuestras vidas, no eran más que el reflejo de una sociedad marchita y contaminada que se pudre a una velocidad de vértigo.

Pero hoy me he despertado con una sensación olvidada. He perdido la noción del tiempo, de los días. Y sin embargo, mi inconsciente es la única razón por la que sigo despierto. No deja de trabajar nunca. Y yo me alegro, porque sin él no habría mirado el calendario.

Nuevo mes. Septiembre.

Una melodía siniestra aleja mis pensamientos. Atraído de forma hipnótica me acerco al sonido. No parece estar muy lejos.

Una guitarra suena en Banco. Acelero el paso.

Y ahí está. Todo se detiene, incluso mi respiración. Nos miramos y vislumbro sus colmillos de forma fugaz en lo que a mi me recuerda a una sonrisa muy familiar. Con pose desenfadado acurruca su vieja guitarra en su chupa de cuero.

- Llegas tarde - comenta jovialmente mientras se levanta para abrazarme.
- Y aún así soy el primero - respondo en el mismo tono.
- Espera - termina de forma misteriosa Señor T.

Quería preguntarle, hablar. Tenía tantas cosas que decirle, quería saber otras tantas más.

Pero no me dio tiempo a articular las cuerdas vocales. Una explosión a unos pocos metros de nosotros seguido de un par de fuegos artificiales despejó todas mis dudas.

Sobre un coche ardiendo se encontraba 1021 con los brazos en cruz, encapuchado y mirando al cielo amenazante. Tras él, fuego.

Sin tiempo para buscar una explicación razonable Erre y Jota emergieron de las cenizas que la destrucción letal estaba dejando a su paso. Cargaban con grandes bolsas negras que debido a la cantidad de cosas que llevaban dentro no se había cerrado del todo.

Sobresalía un par de bates, máscaras, indumentarias negras.

Había pasado todo el verano a la sombra, viviendo de noche y durmiendo de día. Me había separado de ellos lo suficiente como para no entender nada de lo que estaba ocurriendo. Comprendí que era demasiado evidente mi desconcierto. Algo que hacía disfrutar a Señor T, siempre fan de las primeras impresiones.

El sonido de las ambulancias y los coches de policía comenzaban a hacerse notar unas calles atrás.
Lo lógico habría sido que 1021 bajara del coche y que nosotros comenzaramos a correr.

Pero definitivamente las cosas habían cambiado del todo.

En vez de eso, 1021 se giró hacia donde procedía el sonido mientras que fugazmente sacaba algo de su chaqueta. Le prendía fuego y lo lanzaba al cielo.

Más fuegos artificiales que simbólicamente sólo podían significar una cosa: estamos aquí, venid.

Erre y Jota, ya con nosotros, comenzaron a sacar lo que portaban en las bolsas. Un par de chaquetas negras, nuestras queridas máscaras, bates, petardos...

- Vamos, vamos - gritaba 1021 que ahora sí venía hacia nosotros. No era un grito desesperado, sino de entusiasmo.

- Por fin algo divertido - reía Erre.

Y así es como comienzan las grandes historias. Tal vez no las de la gente normal, pero sí las nuestras. Hemos vueltos, estamos aquí. Y tú lo tienes que saber.


We party rock.

WeekendWars 2011 - 2012