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martes, 4 de enero de 2011

Returns to the darkness.

Bajo el manto de estrellas busco la luz. Camino, sin condición, a mi único destino. La oscuridad de las tinieblas me envuelve. Y los viejos fantasmas reaparecen. Es la ley del más fuerte. La sensación de que esto no acabará es irrevocable. No hay más. Ni nada, ni nadie. Sólo yo. Y un camino.

Un cigarro que me consume y unos pies que me llevan. A tierras de nadie. Dónde todos son, y nadie es. Y una mochila. Fiel compañera, leal amiga. Luchar no es una opción, es la alternativa. Miles de recuerdos. Noches de viento. Y lluvia. Mucha lluvia. Suficiente para saciar el dolor. Suficiente para apaciguar la ira e impotencia.

Marcas de guerra. En forma de arañazos y de edemas. Sobredosis de pena. Búsqueda incansable de la salida con el mismo final: la amenaza.

Presiento que las cosas son como son porque nadie dicta como deberían ser.

Solo.

Como el sonido de una guitarra en una vieja canción de rock.

Solo.

Como la luz de un faro en la tormenta perfecta.

Hay cosas que no cambian. Por muy 2011 que sea. Por mucho año nuevo, vida nueva.

Sin querer, he vuelto. Al mismo camino. La misma tierra maldita. La misma angustia. El mismo miedo al fracaso. La misma sensación de no retorno.

Es el principio del fin para alguien que jamás miró a quien tuvo que mirar a los ojos y le dijo: antes de que tú muevas, ya estarás en jaque mate.

Es el fin de muchos meses en la sombra.

Un armario.

Una cajón.

Recuerdos, sensaciones. MIEDOS.

Noches en vela se acercan. Hacerme a la idea es un triste consuelo.

Lo de siempre. Me voy a la playa. Busco la tranquilidad del mar. El sonido de las olas me calma. Pero un murmullo vuela con la brisa: "Seguimos ahí fuera, esperándote..."

En el camino me hallo. Como un túnel sin salida bajo tierra.

Sin saber cuando saldré. Sin saber cómo ni por qué.

Neil.

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