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domingo, 23 de octubre de 2011

Fe en el Caos.


El tiempo avanza. Las situaciones cambian, y en contra de toda lógica, las personas también.

Acabo el fin de semana con la sensación de que algo se me escapa. Como si me faltara la pieza más elemental de todas para tener la certeza de que lo hago es lo correcto.

Podemos enfrentarnos a lo que vemos. Podemos hacer frente a nuestros miedos y podemos superarlos. Pero, ¿qué pasa si no eres capaz de ver dónde esta el problema? Como diría mi colega T, es complicado enfrentarse a muros invisibles.

Reboso vitamina T por todos los poros de mi piel. Un fin de semana a su lado es suficiente para que el viejo Neil vuelva a encontrarme. Mientras todos vosotros necesitáis pura mierda que meteros en el cuerpo para abstraeros de la lúgubre y vacía realidad que invade hasta los resquicios más obsoletos de vuestra mente, T y yo seguimos evolucionando hacia el caos.

Evolucionar hacia el caos.


Puede resultar una ironía en sí misma. Es cierto, es lo que nos han enseñado desde pequeñitos y es lo que pretenden conseguir de nosotros. Todo organizado, todo previamente estudiado con el fin de mantener el control. Nos dijeron que evolucionar consiste en avanzar en fila y ordenadamente. Pero nadie nos habló de que tal vez evolucionar no tenga una relación directa con continuar adelante. Y, quién menciona el orden como característica intrínseca de la evolución olvida que el universo es la consecuencia de miles de circustancias que jamás quisieron seguir con el plan de Dios.

Evidenciar el caos en una sociedad que pretende ser perfecta. Ese es nuestro lema y nuestra causa. Mirad a vuestro alrededor y decidme, ¿qué está ocurriendo?

Un mundo de adultos en los que cada uno viva ensimismado en sus problemas personales y sus dificultades económicas. Que trabajemos o estudiemos, que tengamos una rutina, que creamos que nuestra vida no es nada más allá que lo que nos concierne a nosotros y a los que nos rodean. Cuanto más pendientes de nosotros mismos, menos problemas para ellos. ¿Para quiénes? Para nuestros guionistas. Para el sistema.

Y ocurre. Una supernova explota. Un ruido demasiado fuerte como para mirar a la calle y darnos cuenta de que las cosas no van bien.

Empieza la función. Mis hermanos y yo nos sonreímos maquiavélicamente. Nuestras piezas comienzan a moverse por el tablero. Y nuestro legado comienza a extenderse. Nuestro caos y la evidencia de ello ahora sale por la tele bajo el seudónimo de "Movimiento". El descontrol comienza a provocar disturbios. Los gritos de la multitud se elevan al cielo para que aquél que vive ahí escuche con atención. Y el sistema comienza a agrietarse. Todos unidos, incontrolados, contra un mismo objetivo. Tengo la sensación de que nadie puede parar algo así. Nadie ni nada detuvo al Universo en el Big Bang, recordad.

Las cosas cambiarán. Pero yo siempre seguiré teniendo fe en el caos, pase lo que pase con el mundo. Porque pienso que sólo entonces eres libre de verdad. Cuando nada es permanente y abres los ojos un poco más y descubres algo: nos hicieron creer que vivimos en un mundo eterno y sin embargo, se trata del lugar más potencialmente susceptible de ser destruído con una facilidad extrema.

Y algo tan básico cómo que las moléculas de la sustancia más importante para la vida siempre están en un tremendo caos, de un lado a otro, sin posiciones fijas en su estado líquido, pasa desapercibido. ¿Paradoja? Que lo que más necesitamos resulte ser descontrolado y difícil de predecir. ¿Curioso? No. Es caos. Es evolución a partir del caos. Es avanzar a partir del caos. Es progresar con el caos. Es tener fe en el caos.

No déis, bajo ningún concepto, la más mínima posibilidad de aceptar algo porque sí. Porque si dejáis que eso ocurra, ellos ganan.

Neil.

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