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jueves, 17 de noviembre de 2011

Líder.


Nadie sin talento es capaz de cambiar el rumbo del mundo. Se necesita carisma y una mente privilegiada.

En los más profundo de tus entrañas, dónde no eres más que un puñado de órganos depurando la mierda que te metes al cuerpo, está tu verdadero yo. Por mucho que digas que quieres a alguien, eres el primero en alejarte de su charco de sangre. Y aunque creas que no tienes miedo, te engañas.

Un árbol en llamas ilumina la alineación de estrellas de esta silenciosa noche.

Mañana lloverá y las temperaturas bajarán. No salgan de sus casas, quedénse tomando chocolate caliente y viendo la tele.
Pero la radio se detiene. Una melodía siniestra y psicodélica acabar de invadir todas las emisoras. Los neurotransmisores reaccionan al instante y las concentraciones de potasio y litio se elevan exponencialmente.

Embaucados, los balcones se atestan de familias que sin saber muy bien por qué se ven ante la necesidad de mirar que está pasando en la calle. Poco pueden ver, la iluminación de las aceras ha desaparecido.

Elevan sus cabezas al cielo y ven por primera vez las estrellas. Muchos se preguntan que está pasando. Como si el mundo se hubiera detenido. "Dormid, dormid... es sólo una noche más" dice una voz lejana.

Al día siguiente nadie habla de ello. Los periódicos ni lo mencionan. Pero está ahí. Esa sensación de que algo ocurrió en una noche de Noviembre más. Veo sus ojos, la incertidumbre decora sus párpados.

Por las calles de la Universidad todo sigue contaminado de la misma mierda de siempre. Proyectos de futuro que siempre se quedarán en eso, y gente con talento desperdiciándolo en una partida de poker.

Señor T me acompaña en mi rutinario paseo verpertino cuando algo llama nuestra atención. Un grupillo de estudiantes se acerca a nosotros rápidamente con sonrisas de metal y de nicotina. T les detiene con un gesto y allí se quedan, esperando a que sea él quien vaya a ellos. Detecto admiración en las palabras de los chavales. Le miran fascinados. Agudizan la oreja esperando algún consejo de mi colega o simplemente el beneplácito por alguna buena acción.

Un par de chicas cuchichean entre ellas envueltas por risas nerviosas. Se tocan el pelo y dibujan una flecha que señala a T con las puntas de sus pies.

Señor T les arenga y cada palabra suya es un himno para ellos. Se preparan para una batalla contra otra facultad y toda su esperanza está despositada en mi colega.

Seguimos nuestro camino. Nos alejamos de ellos poco a poco, pero algo nos vuelve a detener. Están gritando al unísono. Nos giramos para ver qué está pasando. Miran a Señor T, con las manos en forma de alabanza mueven sus cuerpos hacia delante y atrás mientras cantan "Líder, líder...".

Cual general a su ejército, Señor T levanta su mano en forma de saludo y continúa hacia la tormenta perfecta con aire de viejo rockero.

Sólo se trata del principio.
Atentos.

Neil.

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